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jueves, 9 de octubre de 2014

Excálibur: mil años, mil leyendas

La referencia más antigua que tenemos de la espada «mágica» del Rey Arturo procede de Geoffrey de Monmouth en 1130


Excalibur es a todas luces la espada más famosa de la que se haya hablado jamás. A ello han contribuido no solo las múltiples versiones del mito que se han difundido a lo largo de los siglos en lasnarraciones populares, sino también los cientos de novelas y decenas de películas que se han realizado en los últimos años. Todas poniendo la guinda a una historia cuya primera referencia tiene cerca de un milenio.
La fuente más antigua que habla de esta espada empuñada por el Rey Arturo, y a la que se le han atribuido poderes mágicos, procede del libro «Historia de los reyes de Britania», escrito por Geoffrey de Monmouth hacia 1130. De hecho, son muchos los autores que, como Michelle R. Warren o Christopher Hibbert, no dudan en atribuirle a este clérigo y escritor británico la paternidad de la leyenda.


La obra de este autor del siglo XII será la que asiente la filosofía vital del universo de Arturo para que años más tarde, la Reina Leonor de Aquitania, madre de Ricardo Corazón de León, encargue a sus trovadores que recuperen esta mítica tradición. A partir de ese momento, nunca dejaron de aparecer nuevas versiones de otros autores medievales como Chrétien de Troyes o Rober de Boron. Serán estos quienes darán el impulso definitivo al Rey Arturo y los personajes que le rodean: el mago Merlín, Morgana, Ginebra o los caballeros de la mesa redonda. Todo un universo girando en torno a la famosa espada.

El rey Arturo y Merlín recogiendo la espada Excálibur, en una ilustración de 1880

No ha importado que, durante años, los investigadores hayan sostenido que la historia del Rey Arturo era solo un mito, para que alrededor de él sigan construyéndose nuevas teorías. El mismo Hibbert escribía, en su «Breve historia del Rey Arturo», que la leyenda del conocido como primer monarca británico se basa en un héroe real que lideró la desesperada resistencia celta contra la invasión anglosajona de Bretaña, allá por el siglo VI. De esa época es, precisamente, la referencia literaria más antigua sobre el monarca, que se encuentra en el poema épico galés titulado «The Gododdin», en el cual la espada aún no aparece.
La forja de la leyenda

En el siglo XII, Monmouth sólo dijo que Excalibur fue «forjada en Ávalon» y clavada en una piedra que estaba al lado de una capilla de Londres. Un siglo después, en «La Vulgata», una serie de cinco volúmenes escrita en Francia, contaba que el Rey Arturo había roto su anterior espada durante un combate contra Sir Pellinore, y que esa fue la razón de que Merlín le llevara, después, a un lago cercano del que emergió una joven bruja. Ella habría sido quien le entregara la espada mágica al monarca.

Esta versión difiere de la que popularmente ha sido más difundida, y que asegura que el Rey obtuvo el arma tras sacarla de una rocadonde, mediante una ceremonia mágica, la había clavado el propio Merlín, a quien se atribuye su forja. Así lo cuenta, por ejemplo, el citado autor medieval Rober de Moron en «Merlin», en una versión muy parecida a la del periodista y escritor Juan Antonio Cebrián, en el libro «El Rey Arturo, la realidad de un mito». Allí la describe como «la espada prodigiosa protegida por la dama del Lago, quien en el deseo de dar a Inglaterra el monarca más capaz, la incrustará en una roca a la espera de ser extraída por el joven Arturo, el único elegido para regentar el destino escrito por los dioses celtas».

No faltan tampoco las teorías, que encontramos ya en el siglo XV, que aseguraban que la espada de la roca no era Excalibur, tal y como defiende el inglés Sir Thomas Malory. Otras versiones más recientes, y que quieren parecer más rigurosas, defienden que el origen de la espada se remonta a la Roma Antigua. Este es el caso del arqueólogo Valerio Massimo Manfredi en «La última legión», que sitúa el origen su en la época del último emperador romano de Occidente, Rómulo Augusto. Cuenta que, cuando éste tenía 13 años, fue encerrado junto a su mentor Ambrosino en la cárcel de Capri. Allí se encontró la espada con la que Julio Cesar había conquistado la isla de Gran Bretaña, que utilizó para, poco tiempo después, asesinar a su captor, Wulfila. Harto de tanta sangre, Rómulo arrojó entonces arma al lago, que quedó incrustada en una piedra.

Tome usted la versión que más le guste de uno de los mitos más longevos que haya dado la historia de la humanidad. Y si no le convence ninguna, no se preocupe, vendrán otras.

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