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lunes, 17 de septiembre de 2012

La historia de los leones del congreso

Los dos majestuosos leones que flanquean la entrada principal del Congreso de los Diputados son dos de los símbolos más fotografiados de la ciudad de Madrid. Sin embargo, las emblemáticas esculturas no estaban previstas en la obra original, diseñada por el arquitecto Narciso Pascual y Colomer.

Según relata la bitácora “Los platos como ojos”, cuando el edificio fue inaugurado en 1850, el lugar que hoy ocupan los dos felinos estaba destinado a dos grandes farolas que no llegaron a ser del agrado de los parlamentarios de la época, quienes forzaron su retirada.




Los responsables de la obra se vieron obligados a buscar algún elemento de rápida ejecución con el que poder cubrir el hueco dejado por las farolas y decidieron encargar dos estatuas al escultor Ponciano Ponzano, autor también del frontispicio de la fachada principal del edificio.

La mala situación económica que atravesaba el país obligó al artista a prescindir de materiales nobles y a utilizar yeso pintado de forma que imitase al bronce. Apenas un año después, las condiciones meteorológicas habían deteriorado las figuras hasta el punto de que los responsables del Palacio de las Cortes optaron por encargar otras esculturas, esta vez de un material más duradero.


El responsable de proyectar la segunda pareja de leones del Congreso fue el escultor José Bellver, que diseñó dos leones de piedra y de tamaño reducido. El resultado fue que estas dos obras parecían más perros rabiosos que fieros felinos y nuevamente las esculturas tuvieron que ser retiradas a causa de las protestas. Actualmente se encuentran en los jardines de Monforte en Valencia, por si algún curioso desea verlas.


El metal parecía entonces volver a ser la solución definitiva pero su elevado coste hacía inviable la materialización del proyecto, hasta que un golpe de suerte permitió que las tropas españolas incautaran varios cañones en la Guerra de Marruecos como trofeo de guerra. El Gobierno decidió utilizar ese bronce como materia prima para la tercera y definitiva pareja de leones del Congreso.

La dirección del proyecto volvió a recaer sobre Ponciano Ponzano, que diseñó los dos imponentes felinos que hoy conocemos y que fueron fundidos en Sevilla en 1866 a partir de los cañones capturados en África. Bautizados como los héroes de la Guerra de Independencia Daoíz y Velarde, las dos estatuas custodian desde entonces las puertas del Congreso, soportando estoicamente las interminables sesiones de fotos a las que los someten los miles de turistas que cada día visitan Madrid.

A su vez, cariñosamente, los castizos madrileños llamaron a los leones Benavides y Malospelos


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