Miles de militares nazis murieron a causa de enfermedades, y el Führer quería evitar la merma de su ejército, según aparece en el libro «El barbero de Mussolini», de Graeme Donald, quien descubrió de forma casual esta curiosidad.
De hecho, para diseñar la muñeca, las autoridades militares alemanas solicitaron a la actriz Käthe Von Nagy prestar su rostro para hacer un molde de bronce para la cara del juguete. Parece ser que la actriz se negó, pero dos deportistas, Wilhemina Von Bremen y Annette Walter, accedieron a colaborar con la causa y alquilar (es una forma de hablar) sus esculturales cuerpos para que las Borghild tuvieran su apariencia. Por lo visto, el proyecto de muñeca hinchable para las tropas alemanas se vio frustrado cuando el bombardeo aliado de la ciudad alemana de Dresde destruyó la fábrica que había recibido el encargo de desarrollar el inusual encargo.
Dresde tras el bombardeo vista desde lo alto de la torre del ayuntamiento. Famosa foto de Richard Peter. |
La sífilis fue un problema del que Hitler era consciente, e incluso se rumoreaba que lo había sufrido en sus propias carnes. Esta medida fue un intento de detener la propagación de enfermedades de transmisión sexual.
Algunos textos citan a un presunto médico danés, Olen Hannussen, como el encargado en diseñar y dar vida a la muñeca de Hitler.
Este hecho es la última revelación sobre las extrañas tácticas empleadas por los nazis durante los combates. En mayo, el doctor Jan Bondeson, de la Universidad de Cardiff, reveló que Hitler había supervisado un intento de construir un ejército de «superperros» inteligentes que pudieran leer y escribir.
Este hecho es la última revelación sobre las extrañas tácticas empleadas por los nazis durante los combates. En mayo, el doctor Jan Bondeson, de la Universidad de Cardiff, reveló que Hitler había supervisado un intento de construir un ejército de «superperros» inteligentes que pudieran leer y escribir.
No hay comentarios:
Publicar un comentario