Un equipo internacional de arqueólogos ha desenterrado una colosal escultura humana en el yacimiento de Tayinta, en el sureste de Turquía. La figura formaba parte de la puerta monumental que daba acceso al reino de Neo-Hitiya entre los años 1.000 y 738 a.C. La parte superior de la pieza, la cabeza y el torso, ha aparecido intacta, por lo que los investigadores creen que la figura completa pudo haber medido hasta 4 metros.
Para Tim Harrison, director del Proyecto Arqueológico Tayinat y profesor de Arqueología del Cercano Oriente en la Universidad de Toronto, esta escultura «ofrece una idea viva del carácter innovador y la sofisticación de las culturas de la Edad de Hierro que surgieron en el Mediterráneo oriental tras la caída de las grandes potencias imperiales de la Edad de Bronce al final del segundo milenio antes de Cristo».
La cabeza y el torso de la figura humana, intacta hasta justo por encima de su cintura, se encuentran aproximadamente a 1,5 metros de altura, lo que sugiere una longitud total de 3,5 a 4 metros. El rostro de la figura es barbudo, con ojos muy bien conservados con incrustaciones de piedra blancas y negras. Su cabello ha sido peinado en una complicada serie de rizos alineados en filas lineales. Ambos brazos se extienden hacia delante desde el codo, cada uno con dos brazaletes decorados con cabezas de león. La mano derecha de la figura sostiene una lanza, y en su izquierda hay trigo. Un pectoral en forma de media luna adorna su pecho. Una larga inscripción jeroglífica luvita, tallada en altorrelieve en la espalda, registra las campañas y los logros de Suppiluliuma,probablemente el mismo rey que se enfrentó al ataque del asirioSalmanasar III en el año 858 antes de Cristo.
Junto a la figura humana hay una segunda escultura, base de una gran columna semicircular de aproximadamente un metro de altura y 90 centímetros de diámetro. Un toro alado está tallado en la parte frontal de la columna, flanqueado por una esfinge a su izquierda. El lado derecho de la columna es plana y sin decoración, un indicio de que originalmente se encontraba contra la pared.
La presencia de colosales estatuas humanas, a menudo con leones o esfinges, forma parte de una tradición de la Edad de Bronce hitita. Los reyes eran los guardianes divinos de las ciudades.
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