Al encontrarse en la Plaza Mayor, la estatua ecuestre de Felipe III es probablemente la más fotografiada de todo Madrid. Tiene a su derecha la casa de la Carnicería y a su izquierda la casa de la Panadería. Los entendidos aseguran que lleva en este emplazamiento desde 1848, cuando la reina Isabel II ordenó su traslado. Son, entonces, más de 150 años gobernando el principal punto de encuentro de la capital.
Todos la conocen, para casi nadie sabe la historia negra que arrastra desde los años 30. Resulta que con el estallido de la II República, la escultura fue objeto de un atentado terrorista. Un individuo decidido colocar una bomba en la boca del caballo, para que la figura real saltara –literalmente– por los aires.
La explosión no causó ninguna víctima mortal, pero los transeúntes que en ese momento paseaban por la zona pudieron comprobar cómo, por culpa de la onda expansiva, el entorno de la plaza se llenaba de pequeños huesecitos. A medida que se acercaron a la estatua pudieron comprobar el origen de tal macabro hallazgo.
Resulta que durante años los gorriones de la Plaza Mayor se posaban en el interior de la boca del caballo para descansar. Muchos de ellos se introducían en el interior de la estatua (hasta las tripas del equino) ya que la figura contaba con una apertura. Como el lugar para volver a salir era muy estrecho y pequeño, la mayoría de los pájaros sequedaban atrapados y morían hacinados en el estómago del caballo. Por eso motivo, cuando la estatua saltó por los aires con la detonación, los millares de huesecillos de los pájaros que estaban alojados desde hace tantos años se repartieron por toda la Plaza Mayor.
Fuente. Aqui
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