miércoles, 1 de julio de 2015

Instrumentos de cirugía utilizados por los Romanos ( Arde Lucus 2013).

Obviamente, no siempre tuvimos la tecnología que hay hoy en día para ayudar a la salud y a la medicina en su trabajo, la historia nos puede enseñar mucho sobre cómo se curaban nuestros antepasados.

La Sanidad Militar española tiene su origen en Roma. Y es que, al ser un pueblo que solía andar a lanzazos por medio mundo, necesitaban de un buen equipo médico que pudiera salvar de la muerte a cuántos más legionarios mejor. Con todo, hubo que esperar hasta la época del emperador Cayo Julio César Augusto (en el año 27 A.C.) para ver una verdadera organización dedicada a la recuperación de heridos y enfermos. Antes de este líder, aquellos soldados de Roma que recibían un tajo en batalla eran trasladados y tratados en las casas particulares cercanas. Allí, más con rituales y embrujos que con cirugía, los improvisados curanderos trataban de salvarles la vida para que lograran que combatieran un día más. Las posibilidades de marcharse al otro barrio con el uniforme puesto eran, por lo tanto, más bien altas.

Todo cambió con la creación de una organización sanitaria profesional en la época de Augusto. Ésta era incluso preventiva, pues a algunos doctores militares (la mayoría de los cuales basaban sus conocimientos en la antigua Grecia y en la experimentación) se les encargaba realizar un examen médico a cualquier aspirante a convertirse en miembro de la Legión. Concretamente, buscaban hombres sanos, fuertes, y que no fueran propensos a enfermar. Mientras todo esto sucedía, los médicos se profesionalizaban y adquirían experiencia a una velocidad increíble. La razón era sencilla: el Emperador sabía de la importancia de su preparación y no tenía problemas en abrir la bolsa para premiar a sus galenos con dinero, tierras y títulos. Así pues, no era raro que los pequeños estudiantes soñaran con convertirse en doctores cuando levantaran dos palmos del suelo.

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