La primera queja al servicio al cliente de la Historia
Quejarse es algo habitual de todos nosotros. Sin embargo, esto no es sólo una característica de la sociedad actual sino que está enquistada desde hace miles de años en el ADN del hombre. Por ejemplo, se puede observar que en la antigua Babilonia un cliente expresó su descontento con respecto a la cantidad de cobre que había recibido y lo plasmó en una tablilla de arcilla, que hoy se exhibe en el Museo Británico y que data del año 1750 antes de Cristo. El comprador furioso dirige su reclamo a una persona llamada Ea- Nasir por haber recibido un cargamento de cobre inferior al pactado y en condiciones dañosas. Por lo tanto, argumenta con enojo que es la última vez que la mercadería llega en ese estado y advierte que tomará otra postura a partir de ese momento por haber sido tratado con deprecio. La traducción fue hecha por el asirólogo A. Leo Oppenheim.
Es por eso que el sitio de internet Fast Company lanzó el “Proyecto de restricción de quejas”, que es una iniciativa realizada por Thierry Blancpain and Pieter Pelgrims,y que tiene el espíritu de crear una vida más positiva eliminando aquellos estamentos negativos. Mientras que la mayoría de todos nosotros tiene una gran perseverancia en quejarse, lo que se amplifica aún más en internet, debemos deducir que con expresar nuestro desencanto no se mejora nada.
Protestar es algo habitual para todos nosotros y es normal que durante una conversación siempre se registren disconformidades. No obstante, hay una razón social para eso: “Nada une a dos personas más fuertemente que aquello que no les gusta”, expresa Trevor Blake, autor del libro Tres pequeños pasos, y explica que la manera más fácil de hacer amigos y comunicarse es a través de algo negativo.
Por otra parte, el hombre que efectuó el reclamo por la mercadería de cobre, ¿habrá recibido alguna reparación por el servicio defectuoso?.
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