Tras más de dos milenios de que estos acontecimientos tuvieran lugar, un equipo de arqueólogos de la Universidad de Lecce, dirigidos por Dario del Bufalo y los hermanos Castiglioni, dice haber encontrado las pruebas arqueológicas
de que la desaparición en el desierto del ejército enviado por Cambises fue una realidad histórica. Por el momento, sólo ha trascendido el hallazgo de una cantidad indeterminada de armamento de bronce, así como una gran cantidad de restos humanos en lo que parece haber sido un refugio contra las tormentas cuya cronología puede coincidir con el relato de Heródoto, datado en el año 525 a.C. Los hermanos Castiglioni dicen estar convencidos de haber encontrado pruebas irrefutables de que el ejército de Cambises fue aniquilado en ese punto concreto, y no en otros lugares en los que, desde hace ya casi dos siglos, los arqueólogos han excavado de forma infructuosa.
El nuevo enclave fue descubierto por ambos arqueólogos tras estudiar los mapas antiguos y lanzar la hipótesis de que el ejército persa bien pudo optar por otro camino diferente del habitual entre Tebas y el oasis de Siwa, lo que explicaría el fracaso de todas las expediciones arqueológicas anteriores a la suya. La intención del ejército persa al tomar este ruta alternativa pudo haber sido evitar el camino más transitado y, en consecuencia, mejor defendido por los egipcios, con el objetivo de lanzarse sobre el oasis de Siwa sin haber tenido que combatir a lo largo de todo el camino. Sin embargo, en lugar de encontrarse con una vía libre de enemigos, se toparon en su camino con el adversario más formidable de todos: el propio desierto. Según muestra la dispersión del armamento hallado en las inmediaciones del yacimiento, algunos soldados pudieron haber tratado de huir del refugio, desesperados ante la violencia de la tormenta de arena, para tratar de llegar a uno de los oasis cercanos. Aunque alguno de ellos pudo haberlo conseguido, la mayoría acabaron engullidos por el desierto.
De confirmarse este hallazgo, estaríamos ante una de las escasas ocasiones en las que la arqueología es capaz de confirmar una noticia del historiador Heródoto, un autor al que se ha achacado desde la propia Antigüedad una gran capacidad de inventiva y un escaso apego a la realidad histórica.
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