Hoy sin embargo me gustaría hablar de los útiles, de todo buen escriba, los sabios no necesitaban pirámides para formar parte de la memoria.
Sus herederos eran sus escrituras, gracias a ellas sus nombres no caían en el olvido, su estatus era elevado.
Cualquiera que fuera su posición en la administración , nunca seria infeliz.
No constan mujeres escribas, pero es muy probable que ciertas hijas de letrados supieran escribir, el sacerdote lector era inmune a los peligros ligados a la escritura, por lo que se lo asoció a un mago.
El escriba empleaba un cálamo de caña, y una paleta rectangular y normalmente de madera, le servía de estuche.
En el centro tenia una cavidad para colocar los pinceles, aunque en las mas elaboradas éstos se guardaban en un compartimento deslizante.
Como tinta, el escriba usaba pigmentos naturales.El negro lo extraía del carbón de madera y el rojo del oxido de hierro.
Mezclándolos con una resina, como la goma de acacia, obtenía una pasta a la que daba forma de pequeños conos, que guardaba en una bolsa.
En la parte superior de la paleta, un par de cavidades servían para diluir los conos en el agua.
La asociación entre el escriba y sus herramientas fue tan fuerte que la imagen del conjunto ( paleta, bolsíta y pinceles) sirvió para escribir en geoglífico las palabras "escriba" y "escritura"
El soporte predilecto:
El soporte predilecto fue el papiro, la planta de la que se extraía (Cyperus papyrus), crecía a voluntad en las riberas del Nilo, pero su procesamiento era costoso.
Los tallos se cortaban en finas tiras que se disponían unas al lado de las otras, y sobre ellas se colocaba otra capa en sentido trasversal.
La propia savia servía de pegamento, una vez alisada, las hoja presentaba un anverso, con las tiras horizontales, y un reverso, con las verticales.
Las hojas se cortaban con un cuchillo y se iban pegando entre sí hacia la derecha hasta obtener la extensión deseada.
El más largo de cuantos se conocen es el Gran Papiro Harris, hoy en día en el British Museum, de42 metros, perteneciente al reinado de Ramsés IV.
Una vez acabado, el documento se enrollaba y se sellaba.
En principio, los escribas eran escogidos entre aquellos privilegiados que habían sido formados en el entorno de la familia real. Al final del Antiguo Imperio, el desarrollo de la administración conllevó la aparición de una casta de escribas. Los cargos se transmitían, generalmente, de padres a hijos. El célebre texto titulado “De la enseñanza de Jety” habla de un oficio noble.
Eran muchos los padres de familia que consideraban que para sus hijos, “no había trabajo más hermoso que el de escriba”. Educados en una casa de vida, que dependía de un Templo, los escribas aprendices estudiaban, de los cinco años a los diecisiete años, la escritura jeroglífica e hierática, gramática y textos clásicos, además de aprender Derecho, idiomas, historia, geografía y contabilidad.
Eran muchos los padres de familia que consideraban que para sus hijos, “no había trabajo más hermoso que el de escriba”. Educados en una casa de vida, que dependía de un Templo, los escribas aprendices estudiaban, de los cinco años a los diecisiete años, la escritura jeroglífica e hierática, gramática y textos clásicos, además de aprender Derecho, idiomas, historia, geografía y contabilidad.
Los escribas, antes de comenzar su trabajo, rezaban una plegaria a Dyehuty (Thot), su patrón.
El faraón: el primero de los escribas
Era muy natural para el faraón el quitarse sus aparatosas vestiduras para ponerse el modesto atuendo que caracterizaba la vestidura de los escribas.
Tocado por la divinidad, el soberano no hacía más que tratar de imitar a un ilustre modelo: el dios Thot, creador de las lenguas y la escritura, escriba y visir de los dioses, autor de libros —especialmente de magia—, el patrón de los escribas. En el periodo tardío de Egipto, la imagen de un babuino, el animal que le estaba consagrado, servía para reconocer al escriba. Como Seneferu, Thutmose , Ajenatón , Horemheb o Sethy, muchos fueron los faraones que escribieron sus Enseñanzas destinadas a sus sucesores.
El gran papiro Harris I se supone que fue redactado por Ramsés III para su hijo Ramsés IV.
El escriba de los archivos reales
El escriba Jupuiu, que vivió durante la dinastía V, desempeñó, al mismo tiempo, el cargo de ministro de asuntos del rey, escriba de los documentos reales y director de los escribas. Durante la dinastía VI, Dyau, cuya tumba se encontró en Abidos, era escriba de rollos divinos, director de los escribas reales y sacerdote lector.
Bajo el Imperio Antiguo de Egipto, el escriba de los Archivos Reales, del que se tiene constancia a partir del reinado de Neferirkara-Kakai (dinastía V), era responsable del departamento de los documentos reales, llamado también doble departamento, a éste se unían también otros servicios de archivos y bibliotecas.
Las competencias del escriba de los archivos reales eran múltiples: cuidaba, controlaba y registraba todas las acciones de las demás instituciones. La importancia de su cargo demuestra, desde épocas remotas, la trascendencia que el Estado concedía a la escritura, que es el testimonio indispensable de todo aquello que constituía la vida de un país, en el que el gobierno basaba el conocimiento preciso de personas, bienes y aconteceres cotidianos.
Era muy natural para el faraón el quitarse sus aparatosas vestiduras para ponerse el modesto atuendo que caracterizaba la vestidura de los escribas.
Tocado por la divinidad, el soberano no hacía más que tratar de imitar a un ilustre modelo: el dios Thot, creador de las lenguas y la escritura, escriba y visir de los dioses, autor de libros —especialmente de magia—, el patrón de los escribas. En el periodo tardío de Egipto, la imagen de un babuino, el animal que le estaba consagrado, servía para reconocer al escriba. Como Seneferu, Thutmose , Ajenatón , Horemheb o Sethy, muchos fueron los faraones que escribieron sus Enseñanzas destinadas a sus sucesores.
El gran papiro Harris I se supone que fue redactado por Ramsés III para su hijo Ramsés IV.
El escriba de los archivos reales
El escriba Jupuiu, que vivió durante la dinastía V, desempeñó, al mismo tiempo, el cargo de ministro de asuntos del rey, escriba de los documentos reales y director de los escribas. Durante la dinastía VI, Dyau, cuya tumba se encontró en Abidos, era escriba de rollos divinos, director de los escribas reales y sacerdote lector.
Bajo el Imperio Antiguo de Egipto, el escriba de los Archivos Reales, del que se tiene constancia a partir del reinado de Neferirkara-Kakai (dinastía V), era responsable del departamento de los documentos reales, llamado también doble departamento, a éste se unían también otros servicios de archivos y bibliotecas.
Las competencias del escriba de los archivos reales eran múltiples: cuidaba, controlaba y registraba todas las acciones de las demás instituciones. La importancia de su cargo demuestra, desde épocas remotas, la trascendencia que el Estado concedía a la escritura, que es el testimonio indispensable de todo aquello que constituía la vida de un país, en el que el gobierno basaba el conocimiento preciso de personas, bienes y aconteceres cotidianos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario