jueves, 19 de mayo de 2011

La leyenda de "A cova da serpe"

Siempre que podía, una doncella llamada Berta cabalgaba por los bosques de Friol, en tierras gallegas. Su padre, el Señor de San Paio de Narla, no lo veía con buenos ojos, pese a que sus continuas ausencias le impedían ofrecer a su hija compañía y mayor control paterno. Por eso no fue de extrañar lo que sucedió un día.
En medio de una cabalgada desenfrenada, la montura de la doncella terminó por desbocarse. Un hombre de la aldea vió lo que pasaba y, a riesgo de resultar pisoteado por los cascos de la bestia, consiguió aferrarse al animal y apaciguarlo. Luego acompañó a la mujer un trecho, pero al conocer quién era y dónde vivía, el campesino se retiró rápidamente. A pesar de ello, la muchacha quedó impresionada por la fortaleza y la valentía de aquel hombre.
Al día siguiente, salió en su búsqueda. No le fué muy difícil dar con él. A partir de entonces, todas las tardes se veían. El trato llevó al enamoramiento mutuo. Al principio, creían que su relación permanecía a salvo de dimes y diretes, pero en aquellos lugares la intimidad es algo raro. Pronto llegó a oídos del Señor de San Paio la amistad de su hija con un plebeyo, y estalló en un ataque de furia que derivó en la orden de apresar al aldeano que se había atrevido a acercarse a su hija.
Pero los caballeros les siguen, pisándoles los talones. Cerca de allí, el aldeano sabe que existe una cueva. Todos tratan de evitar esos parajes. En el pueblo dicen que se trata de la guarida de un dragón, al que llaman la Serpe. No hay más remedio. El hombre conduce a su amada hasta la cueva y se introducen en ella. No tienen armas. Pero cuando aparece la cabeza del enorme dragón, con las fauces abiertas, dispuesto a matarlos, con una furia inmensa el aldeano se arroja contra la bestia, y grita a su amada que se ponga a salvo.
Los caballeros se han quedado en la entrada de la Cova da Serpe, sin atreverse a ir más allá, aterrorizados por los rugidos y los gritos que llegan hasta sus oidos desde el interior. La hija de su señor sale huyendo de la Serpe, enloquecida por el dolor de perder a su amado y la terrible escena que acaba de contemplar. Es conducida a la torre de su padre, donde llora su tragedia y su soledad.
Desde entonces, la Serpe sale a menudo de su guarida. La inmensa serpiente va acabando con los ganados, y ataca a cuantos encuentra a su paso, en la zona cercana al que ya llaman el Pozo da Serpe. Allí, un grupo de valientes consiguió al fin darle muerte, envenenándola. Pero ésta es ya otra historia.

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